El día que fue mi santo
El día que se celebró mi cumpleaños,
las horas eran lentas y el día parecía un año.
Era un sábado catorce de julio,
estaba de servicio el capitán José Tulio.
Nadie sabía de mi onomástico,
ni siquiera el energúmeno táctico.
Un año más, se sumaba a mi vida
era su llegada como una envestida.
Se levantaban ante mi diecinueve otoños melancólicos
llenos de soledad y fuertes cólicos.
En la mañana que debió pintarse de felicidad
vi como un, oficial, golpeaba a uno sin piedad;
Por no estar atento
en la instrucción del armamento.
La tarde transcurría tarareando una tonada triste,
nadie me alegró ni con un chiste.
Lejos de padres y hermanos,
De felicitaciones y apretones de manos.
Cuando el día tan esperado se iba,
pues el tiempo, con su curso seguía,
ya en silencio pensaba en mi familia
en mis amigos y en mi querida Edomilia
Cuando por fin agonizaba aquel sombrío sábado,
me encontraba sobre la cama recostado,
meditando en mi día transcurrido
y sin darme cuenta me quedé profundamente dormido.