No te dejes, hermano, no dejes que este mundo lleno de sombras te consuma y te haga parte de él.
Sé fuerte, fuerte e inquebrantable como el huarango que se mantiene de pie en medio del infernal desierto.
Que no te intimiden las frías y hacinadas celdas llenos de ignotas criaturas
que ,al igual que tú, viven recordando sus historias y contemplando, eternamente,
el viejo reloj pegada en la despintada pared.
Que los años no te destruyan ni erosionen tu noble corazón; que, después de todo
sigas siendo tú mismo; el mismo hombre con alma de niño y la sonrisa de cristal.
Que en las noches de insomnio no te lastimen los índices acusadores; ni las cruentas injurias laceren tu níveo espíritu.
Que tus tiernos luceros jamás se inunden, que no bañen tu rostro con gruesa lagrimas amarga.
solo te pido que tengas fe, que conserves la esperanza de que un día la aurora vendrá por fin a visitarte.