viernes, 10 de septiembre de 2010

SOY UN VIEJO


Me levanto al romper el alba
con el cantar brusco de los gallos;
me visto con mis harapos de siempre
y salgo una vez más
a batirme a muerte
con la dura calle salpicada de dolor.

Las gentes sin corazón
me miran con desdén;
algunos, quizá confundidos,
me regalan mendrugos fermentados.

Otros, que son muy pocos
Se acercan
me ayudan a cruzar las pistas,
secan amorosamente mis lagrimas,
ésas que han bañado tantas veces
mi rostro lleno de surcos de soledad.

Ay veces,
en mi torpe andar
tropiezo con alguna caprichosa piedra,
entonces es todo una eternidad
ponerme de pie
y continuar con mi batalla
Sí, soy un pobre viejo vagabundo
mis canas son como un pedazo
de nieve sucia,
mis manos no dejan de temblar,
mis ojos ya no ven con claridad,
mis pasos son tardíos y pesados
y ya casi nadie me oye al hablar.

sábado, 4 de septiembre de 2010

SOLEDAD



¡Qué difícil es estar solo!
¡Qué triste es tener al alma vacía!
¡Cómo se sufre luchar
con el estridente silencio!
¡Cuánto cuesta ahuyentar
la pesada melancolía
que se pasea por toda
la desértica habitación!
¡Cuánto cuesta robarle
a la infinita noche
un grito de esperanza!
Ya no soporto
acostarme sin poder
conciliar el sueño;
sin decir, a alguien, un “buenas noches”
sin poder decir siquiera
un “te quiero” y desearle
unos dulces y enmielados sueños.
Ya no soporto
la tétrica escena que protagonizo
todas las tardes
al retornar a casa
contemplando como siempre
al monótono danzar
de las cuatro paredes sin pintar
y el lejano tic-tac del viejo reloj
colocando en el umbral de la
puerta de calamina.
Entonces, me ahogo en silencio
en un mar cálido y salado,
avanzo con pasos trémulos
Recorro la estancia
esperando, quizá, encontrar a “alguien”
a quien contarle mis victorias del día;
y aunque sé que es imposible
no puedo evitar mi morbosa rutina.
¡Qué difícil es estar solo!