Estoy conversando con la soledad,
jugando alegre con la melancolía,
coqueteando con la incertidumbre,
abrazando a la tétrica oscuridad
que me envuelve de súbito con su
infinito manto de carbón.
Escucho de vez en cuando
gritar furioso al místico silencio
cuyo eco retumba por todo este mundo
compuesto por cuatro muros
salpicados de sangre y dolor.
Aquí los segundos son pesados
las horas son largas avenidas
y recorrerlas es una eternidad.
Aquí da lo mismo saber
si el astro rey ya está en el firmamento
o a lo mejor ya se hundió
en el lejano horizonte escarlata;
pues aquí sólo vez sombras
con ganas de convertirte en una de ellas.
Aquí duele vivir de la misma manera,
aquí cuesta caro estar vivo
y respirar este aire corrompido
que me masculla al oído
diciendo que ya deberá haber expirado.
Todos los días luchar conmigo mismo
para convencerme que aún hay esperanzas
de que estas ignotas y fúnebres barreras
por fin caerán.
Entonces la luz del día
besará mi demacrado rostro
que junto a mi famélica anatomía
han sido parte de una espeluznante pesadilla.
Hasta que ese bendito momento llegue
continuaré con mi morbosa rutina
manteniendo mi fe inquebrantable
mis fuerzas fecundas de conquistar
el pico más alto del universo
pues cual ave fénix
prometo resurgir de éstas hediondas cenizas.
jugando alegre con la melancolía,
coqueteando con la incertidumbre,
abrazando a la tétrica oscuridad
que me envuelve de súbito con su
infinito manto de carbón.
Escucho de vez en cuando
gritar furioso al místico silencio
cuyo eco retumba por todo este mundo
compuesto por cuatro muros
salpicados de sangre y dolor.
Aquí los segundos son pesados
las horas son largas avenidas
y recorrerlas es una eternidad.
Aquí da lo mismo saber
si el astro rey ya está en el firmamento
o a lo mejor ya se hundió
en el lejano horizonte escarlata;
pues aquí sólo vez sombras
con ganas de convertirte en una de ellas.
Aquí duele vivir de la misma manera,
aquí cuesta caro estar vivo
y respirar este aire corrompido
que me masculla al oído
diciendo que ya deberá haber expirado.
Todos los días luchar conmigo mismo
para convencerme que aún hay esperanzas
de que estas ignotas y fúnebres barreras
por fin caerán.
Entonces la luz del día
besará mi demacrado rostro
que junto a mi famélica anatomía
han sido parte de una espeluznante pesadilla.
Hasta que ese bendito momento llegue
continuaré con mi morbosa rutina
manteniendo mi fe inquebrantable
mis fuerzas fecundas de conquistar
el pico más alto del universo
pues cual ave fénix
prometo resurgir de éstas hediondas cenizas.
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